martes, 9 de marzo de 2010

La calle del misterio

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No fue hasta 1955, gracias al reconocimiento de la excelente 'Conspiración de silencio', cuando la figura de John Sturges, un notable director de recio y vigoroso estilo, y que comenzó, como Robert Wise o Robert Parrish como montador, alcanzó una posición más relevante dentro de la misma industria, lo que que le posibilitó, incluso, el producir, o propulsar, proyectos propios, algunos de sonado éxito, caso de 'Los siete magnificos'(1960) o 'La gran evasión' (1963). En cambio, hay un segmento de su obra, anterior a 'Conspiración de silencio', compuesto por alrededor de una veintena de obras, poco conocidas o de dificil acceso (exceptuando el brillante western de 1953, 'Fort bravo'), y entre las cuáles uno puede encontrarse gratas sorpresas...Este sería el caso de 'La calle del misterio' (1950), 'El caso O'Hara (1951) o 'Astucia de mujer' (1953), tres estimables obras encuadrables dentro de la intriga policíaca o thriller. 'La calle del misterio', en cuyo guión colaboran Sidney Boehm (entre cuyos guiones se cuentan 'Relato criminal'(1949) de Joseph H.Lewis, Side street (1950), de Anthony Mann, o 'Los sobornados' (1953) de Fritz Lang) y el, desde este año con la interesante 'Crisis', director Richard Brooks (que ya dentro del cine negro había participado como guionista de obras ajenas o adaptando propias en Brute force (1947) de Jules Dassin, o 'Encrucijada de odios'(1947), de Edward Dmytryck), es un vivaz relato de intriga, que sigue la investigación del asesinato de una chica, bailarina y artista de variedades, tras que se haya encontrado seis meses después su esqueleto en la playa (no lejana la inspiración en aquel famoso crimen de La dalia azul, llevado a la pantalla de desangelada manera, recientemente, por Brian de Palma, que no saca ni de lejos el potencial de la extraordinaria novela de James Ellroy).
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Además, vista hoy en dia, en estos tiempos de 'CSI' e investigadores forenses con mil artilugios para descubrir en una micróscopica huella una pista definitiva, asistir a los procedimientos de un investigador semejante en aquellos tiempos no sólo resulta curioso por su contraste, sino admirable por el rigor y la incisiva manera en que está integrado en el relato. El médico forense en cuestión apoya, y asiste, la investigación del teniente encargado del caso, Morales (Ricardo Montalban), y, elemento a destacar, se convierte en recurso decisivo frente a la más cuadriculada mente del teniente, el cual, 'influenciado' porque es el primer caso importante del que es responsable, no es capaz de ver más allá de las apariencias, 'nublado' por las emociones que pone en juego, o sus aspiraciones profesionales, empecinado en resolver el caso en cuanto alguien es susceptible de equívocas sospechas .Un aspecto, este dibujo del protagonista ofuscado en sus ansias, que aporta un punto de interés que enriquece y densifica el conflicto paralelo a la intriga, por cuanto, por un lado, puntúa una subyacente necesidad de autoafirmación, y por otro, además, el espectador sabe que aquel de quien sospecha el teniente es inocente. Añádase otro curioso aspecto, con el que a 'sotto voce' se nos comenta sobre una xenofobia latente en la sociedad, y es el hecho de su procedencia portuguesa. Un elemento, esa discriminación que habrá sentido, que seguramente incide en su extremo y obcecado empecinamiento. Detalle que adquiere especial relevancia en su diálogo con el verdadero asesino, cuando éste, para intentar apabullarle cuando registra su oficina, hace mención a que sus antepasados llevan mucho más siglos en el pais (como si eso fuera a remarcar quién es superior al otro). Por último, no dejar de mencionar diálogos afinados, como ese de 'Aquí no entra aire fresco ni con orden judicial', o aquel del jefe de la muerta, ante las aviesas preguntas del teniente, en el que reponde que ' no la conocí tanto como para saber qué perfume usaba, pero sí la conocía'.

No hay que olvidar la participación de John Alton como director de fotografía, que en esos años realizó una de las más admirables colaboraciones que ha dado el cine, la que estableció con Anthony Mann en sus primeras obras de cine negro ('Raw deal', 'La brigada suicida' 'He walked by night). John Sturges, cineasta irregular, cuenta en su obra con un buen puñado de magníficas obras. Aparte de las ya citadas, 'Desafio en la ciudad muerta', 'Duelo de titanes', 'El último ten a Gun Hill'o 'El sexto fugitivo'.

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