Hay un personaje que cobra un especial, y pasajero, protagonismo, en uno de los tramos centrales de la narración de Entrevista a un vampiro (1994), de Neil Jordan, cuyo conflicto interior propicia los pasajes más brillantes y perturbadores de esta sugerente obra. Más allá del protagonismo de Louis (Brad Pitt) y Lestat (Tom Cruise) y los conflictos de conciencia del primero, o de dificultad para adaptarse a su condición de vampiro, y los perversos esfuerzos del segundo para corromperle, Claudia (Kirsten Dunst), esa mujer atrapada en un cuerpo de niña (dado que es cuando fue 'convertida'), adquiere, valga la paradoja, tal estatura como personaje que difumina al resto. Los pasajes que nos relatan su desgarro interior, consecuencia de los deseos de su mujer interior en colisión con su cuerpo de niña, y esa construcción sintética y elíptica de su incontenible voracidad mordiendo a sus profesores, poseen una transgresora y poética condición perversa. Son como una película dentro de la película. Quizá fueran lo fragmentos que interesaran más a Neil Jordan, no lo sé, pero en ellos se entrega dando lo mejor de sí, y no sería extraño conociendo sus nada ortodoxas aproximaciones al universo de la fábula, como demuestran sus excelentes En compañía de lobos (1984), Amores con una extraña (1991),o la minusvalorada In dreams (1999). No es que carezca de interés el resto de la película. Hay fascinantes detalles fantásticos, como esa estatua que abre los ojos cuando Louis está sufriendo sus primeras convulsiones en su transformación en vampiro, o irreverentes golpes de humor negro como Lestat bailando con el cadáver putrefacto de la madre de Claudia, o entre lo burlón y lo terrorífico, como cuando Santiago (Stephen Rea) aparece tras Louis en los callejones oscuros de París, cual siniestro mimo acróbata, cuando encuentran a esta, o perversos detalles mórbidos como cuando la chica que, tras sentir un literal orgasmo de placer, descubre horrorizada que sus pechos estás ensangrentados tras ser mordido por Lestat. Quizá también destaque aún más el personaje de Claudia, y esos pasajes, porque Pitt, Cruise y Banderas, sin estar mal, no logran estar a la altura de sus personajes. Aunque resulta sugerente la idea de investirles con ese aire en lo que lo femenino y lo masculino difuminan sus fronteras, Pitt aún estaba demasiado verde, Cruise, pese a su voluntarioso esfuerzo, carece del suficiente carisma ( Un Jude Law, el de El talento de Ripley o Camino a Perdición hubiera sido ideal) y Banderas se excede un tanto en engolamiento. Pero no obsta para que la considere, y aún más siendo una obra de gran presupuesto, una atractiva obra de genuino ánimo transgresor y muy poco complaciente.
Singular es la obra de este cineasta irlandés, de sombrío lirismo y atracción por lo siniestro, por los claroscuros, por las atmósferas fronterizas, afiladas y enrarecidas del fantástico. Desde la notable Angel (1982) a Desayuno en Plutón (2004), pasando por la excepcional El fin del romance (1999). Mona lisa (1986), Michael Collins (1996), Contracorriente (1997) o El buén ladrón (2003). En Entrevista a un vampiro no hay que dejar de mencionar el brillante trabajo de dirección artística, o momentos notables como la representación teatral del grupo de vampiros comandado por Armand (Banderas) en la que muerden a una atemorizada mujer desnuda ante un público que ignora que es real y no representación. O la bella secuencia de la muerte de Claudia y su novia (Dominiza Giordano, protagonista de Zina, de Ken McMullen o Nostalgia, de Andrei Tarkovkski), desintegradas, en la celda en la que están cautivas, por el sol que las abrasa.
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