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martes, 31 de diciembre de 2013

35 películas del 2013. Tendencias.

1. The master, de Paul Thomas Anderson Entre la pared y el cristal, qué se siente, qué se percibe, quizás no que es una jaula en la que te revuelves. ¿Quién es aquel hombre que parece articular, fundir todas tus piezas que sientes quebradas? ¿Por qué te conviertes en su perro, que muerde a aquel que contraría su voluntad o visión? Hay otras delgadas líneas rojas, otros campos de batalla, que son invisibles, que quieren atrapar nuestra mente, encadenarla, hacerla prisionera con el espejismo de una luz que se convierte en cepo.
2. Camille Claudel, 1915, de Bruno Dumont Dumont filma los cuerpos en relación con los espacios y los otros cuerpos, el naufragio de unos gestos, como el silencio de una armonía, como una pintura que los atrapara en un marco que es celda. Y los gritos no se escuchan, sólo las oraciones de quien habla con el vacío de una ausencia trascendente mientras niega los temblores de los cuerpos.
3. Erase una vez en Anatolia, de Nuri Bilge Ceylan En el principio era el desenfoque. La mirada se interna en la espesura de la realidad. El recorrido es sinuoso. Los indicios son equívocos, los signos confusos. Hay, incluso, deslumbramientos que ofuscan el discernimiento. La verdad resulta escurridiza. A veces, un golpe de azar, una injerencia imprevista, es la que la desentierra, la que la revela a la mirada que se esfuerza por descubrirla, desesperada, en ocasiones, porque la sinuosidad se espiraliza. Las apariencias puede resultar abismos cuando la mirada no logra prenderse, cuando la realidad parece una pantalla esquiva en la que no destaca la singularidad que intenta descifrarse.
4. Mud, de Jeff Nichols Ellis comienza a dar sus primeros pasos en el barrizal del amor, y descubre que las personas pueden ser volubles, caprichosas, inconstantes. Mud es como un sueño que hubiera invocado, la ilusión que no sabe de límites, la perseverancia que confía en lo posible, en otra sonrisa en el horizonte, en la posibilidad de la vida como un viaje que nos rescate de nuestras inercias, del veneno de nuestro inmovilismo, varados en nuestros lamentos, sin saber dar luz al fango.
5. Betrayal (Traición), de Kiril Serebrinnikov La vida puede parecer un turbio sueño, o una paradoja que a veces sangra. Tus dientes se apretaban con la furia años atrás, y ahora tus actos provocan que los hagan los de otros. Te sientes el centro de un escenario, pero este puede variar radicalmente, y tu posición en él. O desaparecer, por accidente, del modo más grotesco.
6. Bestias del sur salvaje, de Benh Zeitlin Las partículas del universo y los latidos de la vida que intentamos descifrar para sentir que las piezas encajan aunque todo parezca que se desmorona alrededor. Hushpuppy es una heroína de la estirpe de Huckleberry Finn o el Jim Hawkins de ‘La isla del tesoro’, una pirata de bayou que sabe que los monstruos, los uros (que más bien se parecen a su mascota, el cerdo, en versión gigante y con grandes cuernos en el morro), no son enemigos sino ella misma aceptando que los diques de la vida se pueden romper, y que hay que resistir los embates y tormentas de la vida, y continuar con la música, la que hace presencia mientras a tu alrededor las personas que amas, e incluso los paisajes, desaparecen.
7. Díaz - No limpieis la sangre, de Daniele Vicari. Nos recuerda aquellas voces cuyas protestas escarbaban en el cieno de un sistema económico corrompido, y cómo, primero, intentaron acallarlas a golpe de porrazo. En el 2001 se realizaron unas manifestaciones en Genova durante la reunión de los principales representantes de los países que componían el G 8. Como bien se recuerda en la introducción, no se conocían, previamente, manifestaciones en las que no se reclamara algo para los propios manifestantes, sino para el mundo en general, la radical transformación de una política económica que estaba degradando a pasos agigantados el medio ambiente, del mismo modo que cada se acentuaba más la desproporción en la distribución de riqueza.
8. Sólo el viento, de Benedek Fliegauf Su estilo adopta esa variante de cierto cine semidocumental que se extendió en la última década (en la que los se tendió a difuminar los límites entre ficción y documental, documento y dramatización); obras con una apariencia de reportaje, en el que la cámara sigue a los personajes, en ocasiones casi adheríéndose a ellos, reflejando acciones ordinarias, los agujeros que rehuye la ficcionalización ortodoxa (tránsitos, desplazamientos) como si lo relevante fueron los flecos, el movimiento de unas acciones. Un vaciado de dramatización que se transformaba en respiración dramática; era la cámara, la modulación, la que tramaba, más que un entramado argumental.
9. Prisoners, de Denis Villeneuve No es invulnerable como podía imaginar, ni nunca se está del todo listo, porque puede la alimaña, la amenaza, superarte, cazarte y atraparte, convertirte en su pieza, bajo su punta de mira. El laberinto se convierte en círculo, en contraplano del plano inicial. Un trayecto que es reconocimiento en lo otro. Quizás Keller haya aprendido que también él es un venado. Quizás haya aprendido lo que es sentirse en la piel de un venado.
10. En la niebla, de Serguei Loznitsa La niebla hace acto de presencia física en las secuencias finales, pero se puede decir que, figurativamente, hay una niebla que ofusca la percepción y el juicio a los personajes, por cómo parece que tras año y medio de guerra, nadie parece ya conocer a nadie, y se confía más en los invasores, los alemanes, que en quien se conocía desde hacía décadas. ¿Es que de repente se es diferente? O ¿Tanto se puede cambiar para que tu juicio o consideración varíe tanto y creas al amigo capaz de realizar algo que consideras una abyección?¿Es el ser humano tan voluble, tan variable según las circunstancias?
Dos cuerpos que se consumen, dos mentes que se extraviaron. Figuras en la arenas, distorsiones de la percepción. Heridas no cerradas, miradas tambaleantes. Contapuntos: Falaces y enajenadores sanadores, la enajenación de las ideas absolutas, del dogma. Cuerpos e ideas : 'The master' y 'Camille Claudel'. Desenfoques, realidades elusivas, lesionadas. Proyecciones, tanteos en la oscuridad. Cadáveres desenterrados por el azar, sinuosos senderos del conocimiento, barcos suspendidos entre las ramas de los aires, apariciones sin huellas. Dos obras tramadas sobre la mirada: 'Erase una vez en Anatolia' y 'Mud'. Realidades inciertas, fundidas. Un sendero que conduce a una realidad que puede ser alternativa, el otro lado del espejo en el que se invierte tu posición en el tablero de la realidad. ¿Y entonces, quién eres, lo que reprchas ahora lo realizas, lo que padecías ahora lo inflinges? Posiciones. La realidad que no se puede controlar. Los uros están en nostros desde el principio de los tiempos. La bestia que aviva nuestros caprichos. Pero siempre nos quedará ser Hushpuppy. Dos obra que florecen entre lo incierto: 'Betrayal' y 'Bestias del salvaje sur'. Realidades rotas, el grito de la desesperación, de la impotencia. La barbarie que no cesa, la bestia que no descansa, y purga y elimina al que se opone y protesra con su voz, o al que es diferente, al que no pertenece a la misma facción. La civilización supura voracidad de violencia que niega al otro. Dos obras que combaten el silencio que nos sigue ahogando y amordazando. 'Diaz - No limpies la sangre' y 'Sólo el viento'. Prisioneros en la niebla. Prisioneros de nuestra ceguera. La niebla de nuestras limitaciones, de nuestra incapacidad de ver, de nuestra autocomplaciencia, conveniencia, y victimismo. La facilidad con la que estigmatizamos al otro, la facilidad con la que golpeamos a la pantalla de la realidad porque no logramos aprehenderla ni comprenderla. Dos obras que recuerdan nuestras miserias, la torpeza de nuestra falta de perspectiva, la ceguera de nuestro instinto desatado: 'Prisioneros' y 'En la niebla'.
11. La noche más oscura, de Kathryn Bigelow En la secuencia final de ‘En tierra hostil’, Warren retornaba al combate, porque en su hogar sólo resonaba el vacío, al verse cara a cara fuera del enajenador fragor de combate. Al final de ‘La noche más oscura’ Maya retorna tras la tarea realizada, en otro vuelo. ¿A dónde? Las lágrimas surcan su rostro. ¿De qué están hechas las lágrimas que cierran una herida largo tiempo abierta? ¿La cierran?
12. The act of killing, de Joshua Oppenheimer Anwar y Herman escenifican junto a un gran pez, una atracción de feria, y una esplendorosa cascada, un musical colorido, en el que participan, como coro, unas chicas. Sonríen. Aunque la sonrisa de Arwan se hará arcada que expulsa una bilis invisible tras que en una escenificación (emulación de una película de gangsters) se haya puesto en el lugar de cualquiera de los torturados que asfixiaba con el cable. En aquella terraza donde evocaba orgulloso cómo se le ocurrió el sistema más limpio para asesinar, ahora su cuerpo se ve sacudido por estentóreas arcadas. Una nausea que llega con décadas de retraso. Ante la música de la escenificación la arcada de lo real desafina.
13. The imposter, de Bart Layton ¿Quiénes somos?¿Qué representamos para los demás?¿De qué materia moldeable estamos hechos? ¿Cuántos podemos ser? ¿Cuán sugestionables podemos ser? Ser, parecer. Una obra, como en esta magistral producción británica tramada sobre los cenagosos límites entre realidad e impostura, también entrecruza sus territorios expresivos: es un documental narrado como una ficción, ¿o quizás a la inversa? Narrado con una estética tenebrista, y un ritmo arrollador, hipnótico
14. Kauwboy, de Bodeuwijn Koole El escondite que utiliza, para evitar que el padre vuelva a echar al grajo, será el lugar al que el padre no acude, el espacio de su olvido, el cobertizo donde la madre grababa sus canciones, donde Jojo escucha la música de su madre, como simula conversaciones telefónicas con ella, porque aún espera volver a escuchar su voz. El grajo son las alas que añora, que no quiere sentir cortadas. El luto que no ha asumido aún.
15. La cabaña en el bosque, de Drew Goddard Antes de que lo formulario atasque el desarrollo narrativo tiene lugar el sorprendente giro narrativo que deriva el relato hacia los senderos, o abismos, lovecraftianos, haciendo posible lo ‘raro’ e inusitado en el género hoy en día en el género, con una magnífica secuencia subterránea entre ‘cubos’ o ‘planos potenciales’, y un festín final en el que lo siniestro, el caos, se rebela y derroca no sólo al encorsetado dominio de las formulas de laboratorio que han sumido al género en un sintético adocenamiento, sino que abre una fisura en cualquier presunción de certeza o firmeza sobre los cimientos de eso que denominamos realidad. Y es que no vemos lo que no queremos ver. Quizás haya que ‘alucinar’ para lograr ver.
Tendencias: - La mirada infantil, la mirada que descubre, la mirada agredida, confundida, la inocencia ante el abismo, la mirada que intenta perfilar, superar el dolor, la decepción, afrontar la pérdida,: 'Kauwboy', 'Rebelde', 'Bestias del sur salvaje', 'Mud'. Y la muda y transformación, los ritos de paso a la vida adulta, superar los sótanos de la marginación, del desajuste con una realidad en la que te sientes extraño, en la que no logras sentirte integrado, que no logras articular o en la que sientas reflejado que te articulan, la realidad que descubres manipulada, pantalla, y cuya realidad descubres en la intemperie que hace sangrar cuando tu mirada se despliega a la luz de lo real: 'Tú y yo', 'Lore', 'Las ventajas de ser un marginado'. - Entre el documental y la ficción. Fusión e intersecciones. Documentales con modos ficcionales, y a la inversa. La transgresión y difuminación de límites: 'Sólo el viento', 'Diaz- No limpieis la sangre', 'La noche más oscura', 'Capitán Phillips', 'The imposter', 'The act of killing', 'Searching for sugar man'. Las coordenadas más ortodoxas: 'El espíritu del 45'. -Entre el impresionismo y la abstracción: La narrativa se teje a través de gestos, miradas, tránsitos, secuencias a veces interrumpidas, como si les faltara un hilo, o este se estuviera descosiendo. La narración busca dar cuerpo a un estado interior, a una herida, entre el impresionismo y la abstracción, entre la inmediatez de una cámara inestable, y una narrativa quebrada: 'Inch'allah', 'Rebelde', 'Kauwboy', 'To the wonder', 'Lore'. - La superación de las situaciones más adversas, reflejo de unas circunstancias sociales y económicas que tienden a lo agónico, a la asfixia de ilusiones, y se hace necesario el despertar de la infección apatía, reconocerse en el otro, el hasta ahora calificado como marginal, porque los márgenes cada vez están más extendidos: 'Gravity', 'Capitán Phillips', '12 años de esclavitud', 'World war Z'. - Los estremecimientos del género: James Wan y Drew Goddard, la veneración de los lugares comunes y la irreverencia que recupera la esencia perdida. El blockbuster: las apariencias sospechas de maniqueismo y la métafora transgresora: World war Z, Capitán Phillips. El espéctaculo vacío o la reflexión alegórica: Star trek y el reflejo siniestro, la responsabilidad en la creación de los monstruos. Prisoners y los monstruos habitan y representan el Orden instituido, los abismos del depredador y cazador.
16. 'Rebelde' de kim Nguyen 17. Inch'allah, de Anais Barbeau-Lavette 18. Lore, de Cate Hortland 19. Paraiso: Fe, de Ulrich Siedl 20. Paraiso: Amor, de Ulrich Siedl 21. Antes del anochecer, de Richard Linklater 22. To the wonder, de Terrence Malick 23. Gravity, de Alfonso Cuaron 24. Doce años de esclavitud, de Steve McQueen 25. Tú y yo, de Bernardo Bertolucci 26. La nostra vita, de Daniele Luccheti 27. El llanero solitario, de Gore Verbinski 28. El espíritu del 45, de Ken Loach 29. Capitán Phillips, de Paul Greengrass 30. Efectos secundarios, de Steven Sorderbegh 31. Star trek, de JJ Abrams 32. World war Z, de Marc Forster 33. Searching for sugarman, de Malik Bendjellou 34. No, de Pablo Larrain 35. Las ventajas de ser un marginado, de Stephen Chbosky

Radiante 2014 de transformaciones, mejoras y bolsillos algo más habitados

Mis mejores deseos para que en el 2014 no sigamos tan agobiados por el no tener, y los que tienen se pongan un poco más las pilas para que dejemos de no ser.

lunes, 30 de diciembre de 2013

Maravillosos Encuentros del 2013

Si hay algo que destacar este año son los momentos compartidos con Hilario J. Rodríguez Carlos Tejeda y Celia Paredes Martin, la colaboración en ese lujo de libro que es 'Cine XXI - Directores y direcciones', en el curso 'Un kit de supervivencia para el cine del siglo XXi' o en los diversos ciclos que se han realizado en el café Kino, que posibilitó, por ejemplo, disfrutar de dos estupendas obras de Cinthia Rajschmir en la sesión previa a que se tomara esta foto (sin olvidar que también propició conocer a Chus León). Esta fotografía quedará como constancia de un año pródigo en jubilosos momentos compartidos ( y, una vez más, de que siempre salgo en las fotos con expresión de dibujo animado, vamos, lo que soy realmente)

My Winnipeg

Hay realidades de las que se huye para poder despertar. Hay ciudades que se convierten en sumideros anestésicos. La rueda de la imaginación gira en círculos intentando convertirse en escalera, y busca los eslabones del 'y si', las realidades que pudieran haber sido, los senderos negados, anulados, enterrados, los senderos que nunca crecieron. Hay vidas que se convierten en sonámbulas, como si vivieras atrapado en un ámbar pero siendo consciente de que estás cautivo, e intentas alzar la mano en la superficie para salir de ese hielo que entumece tus emociones y pensamientos, como cabezas de caballo que intentaron huir de un fuego, el fuego de una vida anodina, comprimida, de una vida que sangra en la repetición. Aquellos caballos que han soñado con un 'y si', que han intentado derrumbar los falaces relatos que han tejido los barrotes de la vida sonámbula de la ciudad, del modelo de realidad, que habitas ( y te deshabita). Y quieres fugarte, y tus sueños, tu imaginación, busca la brecha, busca los raíles que puedan liberarte de esa estación eterna en la que tu vida se estancó, en la que la ciudad estancó a sus habitantes, sin darle respiro, vendiéndoles entradas para una feria de atracciones, una tierra feliz (happyland), que no era real, sino una imagen, un reflejo, en el escaparate, una imagen proyectada, pero no había nada más allá sino frío, sonámbulos, gestos repetidos. Una vida de eufemismos.
Guy Maddin realiza en 'My Winnipeg' (2007), una vivisección de su infancia, y de un imaginario colectivo (así como de los eufemismos). La ciudad es una representación, es una huella, y una mancha, en su mirada, en su sistema nervioso, como un residuo que le ha empapado. Evoca e imagina, y comenta, y realiza una cirujía a través de un yo pero también un nosotros, como las extensiones de los cuerpos que se confunden en el cine de Cronenberg. La mirada mira hacia atrás con el gesto de quien mira hacia adelante. Lo real se funde con lo imaginario, el documental con la ficción ( y la animación). Trenes de la mente. En el principio un tren parecía que iba a arrollar a los espectadores. En un tren superpuesto a la realidad de la que se quiere despegar, como el despertar quiere abandonar los restos de un sueño (que es naufragio), la voz de la memoria abre la brecha de la disidencia. La evocación es la mirada de una entraña, tramada desde el artificio que desnuda una vida desvelada como escenario. Con unos actores Maddin recrea su infancia, aunque apunta que a su madre la interpreta su propia madre, cuando no es sino una actriz, Anne Savage, quien se supone que protagonizó una serie en la que ella interpretaba a una mujer que intentaba evitar en cada capítulo que un hombre se suicidara quería suicidarse lanzándose desde una cornisa. Un bucle de muerte, como las cabezas que sobresalen en el hielo, recordatorio de una tumba en vida sonámbula, congelada.
La evocación es invención, pero no lo es. No importa la precisión de la anécdota, es el territorio de la fabulación. O de la mutación de la mirada. Retrata un talante, la circulación sanguínea de un sentimiento, de cómo se siente evocando cómo se sentía. Venas de una emoción, como asemejan la forma de las cuencas de los ríos que convergen, o más bien como, según una leyenda, esos ríos subterráneos paralelos a los de la superficie. La realidad, como la mente, es laberinto, y un semillero de posibles: la circulación puede quebrar los códigos: puede haber compañías de taxis que transiten por las calles principales y otra por las calles traseras, como si fueran dos mundos distintos; hay realidades que permanecen difusas, ocultas. O que la mente transfigura en los múltiples radios de la fabulación. Las imágenes de la huelga de 1919 (sin precedentes en suelo norteamericano; ¿qué fue de aquel pionero espíritu disidente?) se conjugan con las coreografías de danzas con figuras míticas como Hermes (que conduce a las almas al otro mundo en el momento de la muerte; ¿aunque se está vivo en esta vida sonámbula?).
La evocación sobre la especulación inmobiliaria, sobre los edificios de los equipos de hockey, se conjugan con las imágenes de un imaginario equipo de ancianos de nombre 'Black tuesday', porque 'martes negro' se llama al vórtice del abismo ( con la caida máxima de las cotizaciones) de la crisis económica del 29, y al fin y al cabo, como apunta Maddin, la practica fundamental de esta cultura norteamericana es la demolición. Y Winnipeg es su emblema, porque es el corazón del corazón de Norteamerica, y de Canada, por ubicación geográfica. Los bisontes arrasan el parque de atracciones, como otras figuras explotadas a lo largo de la historia como los nativos norteamericanos o los que combatieron en las guerras. Rastros de cadáveres que se rebelan contra una falacia narcotizante, como el fulgor de una memoria histórica que se aúna y alía y conjuga con el 'y si' y que intenta reescribir en la imaginación, en el tren que quiere despertar, fugarse y rebelarse contra el sonambulismo y el entumecimiento, lo que podría haber sido si la coherencia fuera la raíz y dinamo de una cultura que poco escucha lo que desea la gente sino más bien incita al lúcido o despierto al suicidio, aunque sea imaginario, si no se deja atrapar en las redes ferroviaras del sonambulismo en bucle. 'My Winnipeg' es la constatación de un triunfo, el de un caudal de imaginación que se desborda e inunda con su ingenio, quebrando limites, talando etiquetados, y abriendo brechas de incendiarias interrogantes en los palpitantes márgenes de la disidencia.

domingo, 29 de diciembre de 2013

Stillman, el antecedente de los walkman y los extraterrestres

Josh O'Hara, de Ohio, fue un ingeniero obsesionado con contactar con entidades extraterrestres, o con su jefatura, ya que estaba convencido de que estaban infiltrados en los gobiernos y las corporaciones dominantes del planeta, desde donde nos manipulaban. No lo consiguió, pero diseñó un antecedente del 'walkman', el 'stillman', ya que para escuchar la música se hacía necesario permanecer completamente quieto, no fuera que tras dar el primer paso el oyente se precipitara al suelo con el susodicho apartato incrustado como montera sesera.

Peregrinos hacia el planeta Lamento

Un grupo de elegidos entre la población española en el momento de embarcar en la nave 'San Calimero', en peregrinación hacia el recién descubierto planeta 'Lamento', para pedir que el año 2014 siga penosamente igual (o igual de penoso), y así podamos continuar quejándonos de lo mal que nos van las cosas.

viernes, 27 de diciembre de 2013

El remanso del placer de la lectura

El remanso del placer de la lectura, con Colette, Audrey Hepburn, Brigitte Bardot, Marlon Brando, Marilyn Monroe, Glenn Ford y Vivien Leigh.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Erase una vez en Anatolia

En el principio era el desenfoque. La mirada se interna en la espesura de la realidad. El recorrido es sinuoso. Los indicios son equívocos, los signos confusos. Hay, incluso, deslumbramientos que ofuscan el discernimiento. La verdad resulta escurridiza. A veces, un golpe de azar, una injerencia imprevista, es la que la desentierra, la que la revela a la mirada que se esfuerza por descubrirla, desesperada, en ocasiones, porque la sinuosidad se espiraliza. Las apariencias puede resultar abismos cuando la mirada no logra prenderse, cuando la realidad parece una pantalla esquiva en la que no destaca la singularidad que intenta descifrarse. 'Erase una vez en Anatolia' (Bir Zamanlar Anadolu’da, 2011), de Nuri Bilge Ceylan comienza con un plano desenfocado, que muy lentamente se enfoca, hasta perfilar, a través de la ventana, cual visor, a tres hombres en el interior de una vivienda. Un fragmento de realidad, convertido en enigma porque siembra interrogantes, porque es incompleto, sus vínculos y nexos borrosos. Un convoy formado por tres coches en el que viajen agentes de la policía, un procurador, un médico y dos detenidos, se desplazan por unas sinuosas carreteras de Anatolia, como el trayecto de un disparo, el de una mirada que intenta encontrar el paradero de un cadáver.
Pero a los detenidos parece que les cuesta distinguir en el paisaje el contorno del lugar donde lo enterraron, tanto por su estado etílico cuando lo hicieron, como porque era de noche. Y en el paisaje resulta complicado encontrar elementos que diferencien los distintos espacios, los diferentes recodos. La copa de un árbol, un sembrado, una fuente, pueden encontrar variantes en su conjugación. Los personajes digresionan sobre variados temas, flecos de diversas vidas. Hay rostros que parecen dominados por sombras, o por un telón que ha caído. Las palabras parecen desbordarse, como un caudal incesante, pero a la vez los enigmas crecen en ciertos rostros, las interrogantes comienzan a florecer, a extenderse como una espesura, en la que no resulta fácil lograr internarse, en especial en los casos de uno de los dos detenidos, Kenan (Firat Tanis), del doctor Cenal (Muhammet Utuner) o del procurador Nusret (Taner Bisrel). Estos dos mantienen una conversación sobre una mujer que murió cuando ella misma lo predijo. O así lo cuenta el procurador. Y lo relata mientras es encuadrado entre el enramado de unos arbustos. El escepticismo del doctor sobre la versión del procurador, sobre la que esté se muestra convencido, abre una brecha, y se insinúa una maraña que asemeja a un desenfoque.
A lo largo de la narración se irá despejando la perspectiva, dejando asomar implicaciones que aportan otra visión del conjunto, de la realidad, del por qué las miradas pueden desenfocarse, ofuscarse, por conveniencia, por qué, con sus versiones, prefieren emborronar la realidad, la visión de los otros, de su mirada. Ha discurrido la mitad del trayecto narrativo cuando se encuentra el cadáver, parcialmente desenterrado por la injerencia de elementos externos imprevistos, unos perros. También poco antes se ha comenzado a clarear las implicaciones de ese crimen, el por qué, verdades que se desentierran al de años, quién era realmente el padre de un niño, que derivan en un crimen, en otra realidad que se quiere enterrar. Como se han insinuado los deslumbramientos que pueden ofuscar en las acciones, un rostro que destaca en la impersonalidad del conjunto y que influye para que se realice una acción irreflexiva. Un rostro hermoso que te fascina, y te conviertes en cautivo de tus instintos, como si la realidad te poseyera. Hay luces que embriagan, pero acabas sumido en la oscuridad, en el cortocircuito que te deja definitivamente sin luz.
Dos largas secuencias se dedican a dos informes, el del procurador cuando se descubre el cadáver, y el del doctor cuando realiza la autopsia. Las miradas intentan con sus informes y autopsias registrar, domesticar, hasta desentrañar la realidad. La mirada se puede quedar en la mera superficie. A veces, también, es mejor no desentrañar todo, cuando adviertes una dolorosa constatación. Hay también enigmas a los que no se logra acceder, quedan insinuados. Una de las más bellas secuencias es aquella en el despacho del doctor en el que este mira mira unas fotografias, de seres queridos, mira por la ventana, mira en dirección a cámara, y mira hacia un espejo, parte de su cuerpo, borroso, en un lado del encuadre, y parte de su cuerpo perfilado en el espejo. Figuras incompletas, borrosas, y la mirada que se aproxima, e indaga, rastrea, la realidad. O meramente, se desplaza por ella, la mirada misma enigma a la vez que rastreadora, como en la secuencia final el doctor mirando a través de la ventana a la mujer del fallecido y su hijo, alejándose. La mirada se retira, se aleja, deja el espacio vacío, el espacio en blanco.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Charles Chaplin y Helen Keller, luces de un encuentro con relatos

No es un ensayo de una secuencia de 'Luces de la ciudad' (1931). Es un encuentro entre Charles Chaplin y Helen Keller en 1919, durante el rodaje de 'Sunnyside', durante el cual la segunda pudo seguir el relato de Chaplin sobre obras previas como 'Vida de perro' (1918) o '¡Armas al hombro!' (1918) poniendo sus dedos sobre sus labios o su pulgar sobre su garganta.

Ethel Barrymore y Marie Doro, entre flores - Burr McKintosh

'Entre flores' (Marie Doro y Ethel Barrymore), 1901-02, por Burr McKintosh .

Las infracciones políticas de las sufragistas inglesas y los fotomontajes de Scotland Yard

Hoy que se celebra el día en que una mujer fue fecundada 'milagrosamente' por cierto miembro invisible (muy espiritual), no está de más recordar cómo otras mujeres han sido oprimidas por otros miembros 'invisibles' (nada espirituales), como es el caso de la sufragista Evelyn Manesta, en 1913, en Manchester, gracias al 'milagro' de los fotomontajes. Véase en la foto número 10 cómo parece que posa voluntariamente. En la foto de abajo se observa que más bien había sido forzada a posar ya que no se mostró muy dispuesta a dejarse fotografiar, o quedar 'identificada', por Scotland Yard, como el resto de las combativas sufragistas (a las que, a buena parte de ellas, habían fotografiada sin su consentimiento). Scotland Yard habia comprado su primera cámara y decidió tener fichadas a las que consideraban más 'problemáticas' (Margaret Scott, Olive Leared, Margaret MacFarlanete, Mary Wyan, Annie Bell, Jane Short, Gertrude Mary Ansell, Maud Brindley, Verity Oates y la citada Evelyn Manesta en esta primera serie de fotos). Manesta junto a otras dos sufragistas habían realizado una acción de protesta en una galería de arte, rompiendo trece de los cristales protectores de 13 pinturas victorianas. Fue sentenciada a un mes de prisión y a pagar dos fianzas de 25 libras, lejos de su alcance con el escaso dinero que ganaba con su trabajo de institutriz. La acción no sólo formaba parte de la campaña de lucha por la consecución del voto femenino, sino que también, como otra serie de acciones, eran una acción de protesta por la sentencia de tres años de prisión para la sufragista Mrs Pankhurst por incitar al incendio de un edificio. Otras acciones de protesta fue rociar con un liquido negro once buzones de correo, el incendio de una casa desocupada, la explosión de unas vías de tren o de un vagón de un tren vacío. Manesta, cuando fue detenida, se declaró infractora polítuca, y protestó contra la desigual aplicación de la ley con respecto a hombres y mujeres, en especial en los divorcios. El juez que dictó sentencia declaró que si la ley se lo permitiera hubiera dictaminado que fueran embarcadas en un barco que diera la vuelta al mundo.

martes, 24 de diciembre de 2013

Felices no fiestas carrollianas y los espejos de mis listas

Ya sé que el rostro deformado (por la óptica) de este actor lo pone 'dificil' para identificarle, y 'aún más' para imaginar cuál puede ser la película predilecta del 2014 en 'El cine de Solaris'. En breve, como el año pasado, comenzará el alud de listados: Las películas, direcciones de fotografía, bandas sonoras o interpretaciones predilectas, entre otras listas reflejo de mi particular 'óptica deformada', el espejo de mi gusto y perspectiva. Y aprovecho para desearos Felices No navidades como cada día del año felices no cumpleaños.

lunes, 23 de diciembre de 2013

El cine de Solaris también se estira durante esta próxima semana


Toca regreso a los peñascos vascos, así que supongo que esta semana próxima mi presencia virtual será más intermitente, o más incierta. Antes de embarcar, os dejo con la composición musical que la Union de Músicos Cósmicos Solarianos han calificado como la composición del siglo XXI (cortesía de este grupo alemán, 'Daturah': el tema, Vertex), y al instante del minuto 8'11 el más orgásmico. Os deseo que no sólo estas fiestas sino todo el año sea como ese instante orgásmico. Y sabeis, no miraros tanto el ombligo que crea torticolis y otros quistes emocionales, y abrazaros mucho, que es muy saludable. Y sonreid, malditos.

Gravity - Steven Price


La magnífica banda sonora de Steven Price se enreda con el cuerpo narrativo de 'Gravity' (2013),de Alfonso Cuaron, como el paracaídas en la estación rusa, aunque más se integra en una red orgánica expresiva, una respiración narrativa que fluye armónicamente, como si dotara de vida, la ilusión de continuidad, de que la la ilusión de lo infinito puede sobreponerse sobre la certeza de lo perecedero.

Gravity

'Gravity' (2013), de Alfonso Cuarón es un trance. Es una experiencia en continuidad, como el mismo largo plano secuencia con que se inicia, o más bien, impulsa la narración. La cámara se desplaza alrededor de la nave y de los personajes que trabajan, como Ryan (Sandra Bullock), o también se desplazan, como Matt (George Clooney), como el niño que se mueve con el taca taca alrededor de la cuna, dando sus primeros pasos, mientras otro componente de la expedición, cual travieso bebé, juega con el cable o cordón umbilical que le une a la nave. Una imprevista colisión de una nube expansiva de fragmentos de un satélite que ha sido explosionado provoca que la conexión se quiebre, que la estabilidad se descoyunte. Los lazos o cordones ahora serán frágiles, provisionales. Los cuerpos se precipitan en caída libre, en la inmensidad incierta y desacogedora del espacio. La narración se desplaza en continuidad sin perder impulso, como una sucesión de avatares o pruebas o encadenadas que debe solventar y superar Ryan, quien se va quedando sola, tras la muerte o desaparición de sus compañeros, encontrando entre diversas naves abandonadas en el espacio, pertenecientes a otros países (Rusia, China), los sucesivos eslabones en su proceso de conseguir superar la adversa circunstancia y alcanzar el retorno al hogar, la nave nodriza, la misma Tierra.
La narración es una experiencia, habitar el momento, la duración del momento, sentirse el cuerpo en la pantalla, superar los límites. Es una experiencia sensorial, musical. Es el relato de la superación de una situación de visos agónicos, que sitúan en la posición más extrema, en la que la supervivencia se pone en cuestión, y se siente la muerte como el próximo inevitable eslabón. Coincide, en cierta medida, en esos aspectos, con 'Capitán Phillips' (2013), de Paul Greengrass, en la que también la banda sonora es omnipresente. Pero mientras en esta la narración, el montaje, es percutante, y la música intensiva (con abrasiva urgencia), en la obra de Cuarón, aunque parezca narrada por un sólo movimiento de cámara, dada la situación de continuidad que transmite, la duración de encuadres se dilata, se estira (como ella misma en ese momento, que es casi fulgor epifánico porque el cuerpo se manifiesta como presencia, en el que se desprende del casco y del traje espacial cuando entra en la nave rusa, y la postura de su cuerpo asemeja a la del bebé en el interior del útero materno), y en ocasiones en largos planos secuencias (a remarcar ese prodigioso movimiento casi en forma del signo del infinito cuando se produce la segunda colisión de fragmentos del satélite contra la estación rusa de la que no logra separarse su nave porque se ha quedado enredado el paracaídas).
Y la música acreciente la sensación de narración que fluye, cual líquido, como en el agua finaliza el trance o la odisea que vive y padece Ryan, quien precisamente había perdido a su hija, y ahora lucha por no perder la suya. El piloto o conductor de la nave, Matt (George Clooney), aquel que en un momento dado surge de la nada para enlazarla con su correa, pero luego se desvanece en la oscuridad, mientras un cable mantiene unida por el pie a Ryan a la nave, reaparece como una visión de su mente que la propulsa como ignición de voluntad cuando Ryan parece ceder en su voluntad de lucha, cuando remite su afán de superación. En el fluir o gravitar de la vida, a veces pierdes contacto, conexión, te sientes perdida o perdido, como si flotaras en el espacio. Sientes la pérdida de centro de gravedad. Y añoras sentir de nuevo la tierra, la ilusión de estabilidad y certidumbre que emana de ella, la firmeza que parece posibilitar el impulso de acción, de vida, el agua de las emociones que fluye cuando te sientes conciliada con la vida, no sólo existes, sino que vives, y habitas la duración del momento, y de te desplazas, estás en movimiento, fluyes.
'Gravity' es un trance que hace cuerpo de una circunstancia arquetípica. Logra materializar como experiencia cinematográfica, a través de la pantalla, lo que buscaban los personajes de la espléndida 'Días extraños' (1995), de Kathryn Bigelow, cuando se colocaban en la cabeza aquel aparato para sentirse en otras vivencias, en el cuerpo de otros, como si fueron otros, masturbándose en la ducha, huyendo de la policía por los tejados o incluso matando a alguien. 'Gravity' hace posible que te sientas en el trance en el espacio inmenso que vive Tracy, pero, aún más, y es donde reside su sustancia, propulsa una narración que corporeiza el impulso de acción vital. Es la narración como gestación.