Translate

lunes, 3 de junio de 2013

Zodiac

 photo OIR_resizeraspx4_zpsd3b82f81.jpg 'Zodiac' es una magistral ceremonia tenebrosa en la que se amplía lo ya planteado en la excepcional 'Seven' (1995). Se refleja un mundo inestable, caótico, en donde la mirada del periodista, Graysmith (Jake Gyllenhal), intenta dar rostro y razón (no deja de ser irónico que su labor sea la de diseñar viñetas en el periódico) a la huidiza figura que asesina, aparentemente de modo aleatorio, encapuchada, en sombras, o en fuera de campo, pues es lo que es, ese incierto fuera de campo que nos enfrenta a nuestra permanente vulnerabilidad. Nunca podrá ser domeñado, porque además lo ha generado el 'campo' de nuestra sociedad, y de la propia condición humana, la violencia sin razón que le ha definido desde el principio de los tiempos. Y por mucho que te enfrentes a ese posible rostro individual que lo enfoque e 'identifique', seguirá siendo un fuera de campo que no podrá ser nunca controlado. Es la fisura permanente. La 'película' de la vida no se puede revelar del todo.  photo OIR_resizeraspx3_zpsac4b3c59.jpg  photo OIR_resizeraspx5_zpse97ca375.jpg En un agudo giro de ingenio narrativo, el mismo rostro de Graysmith, su presencia, no será el centro de la narración hasta sobrepasado el ecuador narrativo. Dos horas y medias que fluyen con una intensidad proverbial, manteniendo una tensión constante, en donde lo que adquiere más peso dramático que la propia incógnita, el quién será, es la tensión de la misma interrogante, corporeizada en la obsesión de Graysmith, que alcanza un grado exacerbado, una urgencia vital por encontrar una respuesta y un sentido, el poder enfrentarse cara a cara a lo que no puede dar rostro en la viñeta de su mente (como si faltaran trazos que hicieran que su vida fuera incompleta; que desestabilizaran la ficción de la vida: es la fisura de lo real).  photo 89e81997f4804dc0a4ef25a6e1acd8af_zpse01332b8.jpg Hasta ese momento la narración es descentrada, focalizada en diversas perspectivas, como un amplio collage de piezas, en el que destacan figuras como el detective Tocchi (un formidable Mark Ruffalo), encargado del caso del crimen del taxista en San Francisco (admirable secuencia con unos nocturnos planos aéreos que siguen la evolución del taxi desde el momento que ha cogido a un cliente, que se van acercando hasta romper el eje con el plano en el interior del coche en el que se produce el disparo: una aguda manera de reflejar la aleatoriedad como ruptura en un populoso tráfico de vida en el que cualquier puede ser víctima), o el periodista, Avery (esplendido Robert Downey Jr) que realiza los seguimientos periodísticos del caso. Descentrada narración como la misma coordinación del caso entre circunscripciones policiales, ya que los crímenes se producen en diversas localidades, como un virus que se extendiera, a la par que amplía la incertidumbre, ya que no se sabe con certeza si todos los crímenes son de él, y más cuando rompe el patrón de conducta, esa seña de identidad que caracteriza a los asesinos en serie (¿cómo enfrentarse a la incógnita cuando se disuelven los patrones?).  photo 043f0a498ed8482088aa569a6f4140cf_zpse7d93c32.jpg Queda el incierto tráfico, en el que cualquier cruce o encrucijada enfrenta a lo posible, teñido de amenaza: No por casualidad una de las más inquietantes y admirables secuencias es la que transcurre en otra carretera nocturna, cuando una mujer con un bebé, cuyo coche ha sufrido una avería, es recogida por un hombre, que resulta ser el asesino: Sobrecogedora la última frase que le dice, antes de que Fincher realice una demoledora elipsis: 'Antes de que te mate, lanzaré al bebé por la ventana'. El asesino del Zodiaco, ese fuera de campo que no se consiguió visibilizar, por lo tanto, dominar, no es sino la avería del proyector de la vida (no deja de ser elocuente que el símbolo con el que firma Zodiac, además de relacionado con el tiempo, la marca de un reloj, lo sea con un icono en los fragmentos del celuloide de cuenta atrás antes de comenzar la proyección).  photo OIR_resizeraspx2_zps5e2b6050.jpg Quizá la secuencia más turbadora sea aquella en la que Graysmith visita a un proyeccionista, que también, curiosamente, diseñaba carteles (¿buscar a Zodiac no es encontrarse a sí mismo, al propio lado siniestro?); la atmósfera se va impregnando de una desasosegante inquietud con lo sugerido, en especial cuando descienden al sótano (los ruidos en el entarimado que hacen preguntar a Graysmith si hay alguien en el piso de arriba; esas sombras oscuras sobre los ojos del proyeccionista). Zodiac es la avería de una sociedad que no puede disimular con las distancias de su pirotecnia (el plano aéreo con el que comienza la película) las fisuras que evidencian su gangrena cuando aproximas la mirada (la narración está también trazada sobre aproximaciones y distanciamientos; miradas que buscan denodadamente una visión de conjunto, que se ofuscan por enfocar demasiado, de modo obsesivo; la narración comienza con un plano general y termina con un primer plano).  photo OIR_resizeraspx7_zps21068c59.jpg Tras el citado plano introductorio (que también remite a los que Clint Eastwood utilizaba en varios comienzos de sus thrillers, y más en concreto a 'Harry el sucio' ,1971, la brillante obra de Don Siegel que protagonizó, y cuyo asesino en serie, Scorpio, estaba inspirado en Zodiac; en un momento dado los protagonista acuden a su proyección), Fincher realiza un travelling sobre fachadas de edificios (la máscara o superficie inaccesible para el conocimiento), de la que saldrá un hombre para reunirse con una mujer en un coche (él será herido y ella asesinada por Zodiac). En los últimos pasajes de la narración se perfila difusamente que asesino y víctima femenina quizá se conocieran; un fleco suelto que queda vibrando en el aire como un cable eléctrico cortado.  photo OIR_resizeraspx8_zpsf70c606f.jpg  photo OIR_resizeraspx_zps4594e64e.jpg La obra finaliza con un primer plano del rostro de ese hombre herido, que 'desapareció', que se marchó del país hasta su vuelta veinte años después, el único que podía dar 'rostro' al asesino, a la incógnita. El rostro que señala es aquel del que sospechaba Tocchi, aquel que contemplara años atrás Graysmith para poder comprobar, cara a cara, si era el asesino, si era el rostro, cotidiano, trivial, de un horror que respiraba amenazante con su silencio al otro lado del teléfono y de una sociedad, el horror de lo posible y lo inconcebible. Pero la incógnita aún permanece, la mirada suspendida sobre el trazo inconcluso de una interrogante (el rostro del posible asesino) y sobre la herida abierta de una evidencia (el rostro de la víctima): las tramas de la vida están perfiladas por imprevistas fisuras indiscernibles con las que es necesario convivir.  photo db478ec78aef43e1bf3a7895c66f7a2a_zpsc76f5f80.jpg  photo OIR_resizeraspx6_zpsc83803ec.jpg

No hay comentarios:

Publicar un comentario