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jueves, 11 de noviembre de 2010

La casa encantada

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'Quien anda ahí dentro, anda solo'...Son las últimas palabras que nos presentan esta casa de la colina...Pero ¿Se refieren sólo a la misma casa o a la mente de alguien como Eleanor (Julie Harris)?...¿Está encantada está casa, o sobre ella se proyectan los fantasmas internos, como si fuera un espacio que se activara con el 'interruptor' de quien la habita?...La ambiguedad, o la ambivalencia, rige esta obra maestra del fantástico, 'La casa encantada' (The haunting, 1963), de Robert Wise, quizá la obra cumbre en este subgénero de las casas encantadas habitadas por posibles fantasmas, junto a '¡Suspense!' (The innocents, 1961), de Jack Clayton...Permanece en un terreno siempre difuso si 'habita' una fuerza sobrenatural esta casa, si todo es cuestión de la ofuscación de la percepción de los personajes que, provisionalmente, residen en ella, en especial Eleanor, o si existe una singular interacción, o conexión, entre la casa y la 'proyectiva' mente de quien la habita, dependiente la primera de la segunda para 'manifestarse'...
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Ya el eliptico prólogo, 'guiado' por esa voz que nos introduce en el 'misterio' de esta casa encantada, juega con lo indefinido o 'intangible' de un fuera de campo que es susceptible de especulación fantástica, a través de la narración de extraños acontecimientos que influyeron en la vida de sus últimos habitantes, como el fatal accidente de la esposa al llegar por primera vez a la mansión, con el inexplicable encabritamiento de los caballos que provocaron que el carruaje se estrellara (con ese plano de su mano inerte, más relevante, cuando más adelante una mano jugará un papel importante en una de las secuencias más terroríficas)... Como inquietantes son la sucesión de primeros planos de la hija, tumbada en la cama, desde que es niña hasta llegar a anciana, como si el tiempo de su vida pasara en un soplo...
Y su muerte, acaecida cuando intentó llamar a su enfermera, ignorante de su llamada, ya que estaba entregada a los juegos amorosos con su novio...Pero, ¿de verdad está encantada?¿y si es así, por quién o qué?...
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Eso es lo que intentará averiguar el profesor Markway (Richard Johnson), para lo que 'reclutará' a particulares mentes hipersensibiles, y familiarizadas con la percepción extrasensorial, o al menos, con sucesos fuera de lo ordinario, como la misma Eleanor, aunque esta misma parece que lo niegue, o Theo (Claire Bloom), quien contrasta con sus maneras seguras, su porte elegante, y su desapegada espontaneidad sexual, de cariz lésbico, y que posee una aguda sensibilidad premonitoria, con la reprimida, insegura, y complicada Eleanor, cuyas mismas maneras o vestimenta traslucen su encorsetada educación donde la femineidad casi debe desaparecer como rasgo manifiesto (un contraste claro entre una mente abierta y una mente más que cerrada, 'encerrada')...A ellos se les une Luke (Russ Tamblyn) quien aporta la mirada escéptica y burlona (a él sólo le interesa la rentabilidad que le pueda aportar esta casa)...
Una forma de poner de manifiesto las principales virtudes de 'La casa encantada', su forma de trabajar el espacio, el decorado, y su capacidad de crear una perturbadora atmósfera a través de la sugerencia (el fuera de campo de lo que no se ve, el fuera de campo de la mente) es contrastándola con la penosa versión realizada por Jan de Bont en 1999, con 'La guarida'...
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Esta convertía al decorado en un auténtico festin de trucos digitales,(por impecable que fuera el trabajo del director artistico), donde figuras, muebles, pasillos, artesonado y ocultos pendulos con desproporcionada bola de metal, remarcaban la condición 'animada' de la casa hasta la saturación, y remataba su impotencia para crear una atmósfera fantástica, inquietante, con un carrusel de efectos visuales, cual nada sutil barraca de feria, que obviaban la 'personalidad' oculta tras el hechizo de la casa...
Wise opta por la sutileza, creando, o 'cargando', esta tensión entre personajes y casa, a través de la presencia de esculturas en el encuadre, o arrebujados en los que uno sabe si ha distinguido unos ojos que le observan o es una mera ilusión optica...
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En suma, dotando de una permanente inestabilidad la relación entre habitantes y espacio (esos pasillos laberínticos que desorientan a los personajes, con tantas puertas, indistintas, que les impiden 'ubicarse'), y de una 'movediza' condición abstracta, como ese jardín interior con esas esculturas, en donde los mismos personajes juegan con la especulación de una posible identificación con alguna de ellas, o esa escalera en espiral de la biblioteca (el espación en el que se ahorcó la enfermera de la última habitante), en donde alcanza su cenit la 'inestabilidad' en la que se mueve en especial Eleanor, en la misma espiral de su mente...Su voz en off, precisamente, puntúa la narración, lo que es tanto expresión de su caracter ensimismado, como de que está prisionera de sí misma, después de años enclaustrada, ajena al mundo real, que estaba más allá de sus paredes, por estar cuidando a su madre...Madre que quiza, como la última habitante de la casa, murió porque no fue atendida en ese momento por Eleanor...
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'Movedizas' asociaciones que suscitan la interrogación sobre la identificación y 'transferencia' de Eleanor con la casa...ya que si algo anhela, fervientemente, es encontrar su hogar, su casa, su lugar en el mundo, y cree haberlo encontrado en esta mansión...Aunque la exhorten, cuando los acontecimientos se agraven, a que abandone la casa por su propia seguridad, ella se niega, como si le atrajera la espiral del mismo abismo...¿Despierta su deseo y anhelo algo en la casa? ¿Esta encuentra en ella el habitante que necesitaba, y, por tanto, pretende 'poseerla' como una permanente estatua más? ¿Quién o qué ha escrito en la pared 'Ayuda a Eleanor a que se quede'? ¿Es la mente de Eleanor la que desencadena esos extraños sucesos, que si al principio, sólo parece percibir ella, no dejarán todos al final de sentirlos?...
Y en cuanto a la sabia creación de turbadoras atmosferas, jugando con el fuera de campo y el sonido, o con crispadas, que no enfáticas, angulaciones de acusada fisicidad, y un montaje que tanto dilata como rasga con sus cambios de plano, modélicas son las secuencias en las que Eleanor y Theo escuchan unos extraños sonidos, retumbantes, como si 'algo' quisiera entrar en su habitación...
O esa en la que Eleanor duerme en la oscuridad, como si la luz que la aisla, y un amortiguado silencio hecho de susurros imperceptibles, se acompasara a su progresivo y enajenado aislamiento, envuelta en sus encontrados pensamientos de anhelos y miedos... Y Eleanor cree sentir que alguien la coge la mano, y piensa que es Theo, y al encender la luz ve que esta en su cama dormida...al otro extremo de la habitación...
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O aquella, tras que se haya unido a ellos Grace (Lois Maxwell), la mujer del profesor, los cuatro, en el salón, escuchan, de nuevo, esos atenazantes y percutantes ruidos, 'más allá de la puerta', y cómo esta parece que cede, doblándose, como si una fuerza invisible quisiera quebrarla.... y aún más angustiados además porque saben que Grace está sola en su cuarto...No deja de ser elocuente, sabiendo que Eleanor se ha ido enamorando del profesor, que Grace 'desaparezca'...Nadie sabe dónde está, qué ha podido ser de ella...¿No es acaso el deseo de Eleanor?...
¿No es nada casual que sea tras subir la escalera de espiral cuando la entrevea perdida, con el rostro trastornado, a través de una trampilla en el techo, como una súbita aparición, y que ni siquiera su marido, que ha ido a salvar a Eleanor de que sufra un accidente por la inestabilidad de esa escalera, ha entrevisto?...Si, está claro, que si no puede encontrar su lugar en la vida del profesor, supliendo a su esposa, quizá su destino sea el habitar esta casa para siempre, como una estatua fantasmal más...Su vida ya antes, al fin y al cabo, casi era la de una estatua

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