domingo, 16 de mayo de 2010

Caravana de paz

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Sorprendente es el abrupto inicio de 'Caravana de paz' (Wagon master, 1950), de John Ford. Una sobreimpresión de unos pasquines de 'se busca' sobre la imagen de uno de los componentes de la banda-familia de los Cleggs en el momento de realizar el atraco a un banco. Tras una acción que demuestra su inclemente crueldad, cual variante de los Clanton de 'Pasión de los fuertes' (1946), del mismo Ford, aparecen los títulos de crédito (no era usual en aquellos tiempos comenzar una obra con una secuencia previa a los títulos de crédtto). Esa amenaza gravitará sobre las imágenes posteriores, definidas por la distensión y la luminosidad, por el desapego vital y un radiante espíritu solidario, en especial a través de gestos y acciones. Ya manifiesto en la presentación de los dos amigos protagonistas, Travis (Ben Johnson) y Sandy (Harry Carey), que regresan a la 'civilización' para vender los caballos que han capturado en las 'tierras salvjes' de los Navajos, con esa conversación en la que Sandy intenta calcular infructuosamente el dinero que van a ganar, siendo corregido cálidamente por Travis. O en el encuentro con Briggs (Ward Bond), que comanda la caravana de mormones, en el que negocian por la venta de caballos, en el que contrasta la actitud relajada de Travis (cortando con su cuchillo un trozo de madera9 y la exuberancia del temperamento de Briggs, que pasa del arrebato colérico por la suma que pide al distendido talante al proponerle que les guíen hasta la tierra donde quieren asentarse, precisamente de donde vienen Travis y Sandy.
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La armonia preside la narración, puntuada por excéntricos detalles, característicos de Ford, como la mujer, la hermana Ledeyard (interpretada por Jane Darwell,la madre de 'Las uvas de la ira') que toca el cuerno, un tanto desafinadamente, para poner en movimiento la caravana, o el encuentro con la caravana del doctor Locksley (Alan Mowbray, el actor que recitaba a Shakespeare ante la horda de los Clanton en 'Pasión de los fuertes'), varados en mitad del desierto, porque se quedaron sin agua, y sin mula ( ya que desapareció encabritada tras darle whisky). Antológica la presentación de los componentes de esta 'troupe',en la que destaca Denver (Joanne Dru), con quien, a lo largo de la narración, Travis establecerá un proceso de atracción y cortejo, ante todo definido por los gestos y las miradas. Frente a los representantes de la pureza y corrección moral, la troupe del doctor son la de la embriaguez y la picaresca (Locksley es una especie de farsante curandero). En el cine de Ford la primera no es nada sin la segunda, o sin ella conduce a la hipocresia y la inflexiblidad, tan terrible como la salvaje brutalidad de los Cleggs, que se unirán a la caravana.
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Sin duda, el salvajismo a temer,no el de los indios, con quienes compartirán una noche de bailes en su poblado. Y en donde el conflicto provendrá de uno de los Cleggs cuando intente forzar a una india, lo que determinará que Briggs ordene que lo azoten como castigo (admirables la serie de primeros planos de los rostros en el enftrentamiento entre los Cleggs y Briggs, Travis y Sandy: un auténtico duelo de miradas, contrapunteados por los de los indios). Para asentarse en un territorio virgen, en un entorno natural, salvaje, y establecer un espíritu civilizado definido por la conciliación y la solidaridad ( un espacio casi mítico) se hace necesario extirpar el salvajismo definido por la depredación y la crueldad, por la imposición de la voluntad. De ese modo, como Ford plasma en su fluida narración, como la del movimiento de la caravana, se realizará esa integración con el paisaje, con el entorno. En el cine de Ford todo reside en el 'entre'.

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