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lunes, 8 de febrero de 2010

La muerte de vacaciones

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Un obra cautivadora, de transgresora y siniestra belleza. La belleza de lo extraño. Inspirada en una obra teatral del italiano Alberto Casella, relata los tres dias de vacaciones que se toma la muerte para intentar comprender por qué los humanos aprecian tanto la vida, o más bien, temen tanto la muerte. Mitchel Leisen logra no sólo transcender el condicionamiento de su origen escénico, sino que insufla a la vida, a la realidad representada, de una difuminada patina de escenario, y materializa una exquisita fábula de duermevela. De esta excepcional obra se realizó una licuada y deplorable versión con el nombre de 'Conoce a Joe Black' (2003), de Martin Brest. Un sucedaneo de pulidas imagenes sin vida que carece de la bizarra y barroca poesía de la obra de Leisen. Cómo olvidar la primera aparición de la Muerte, al fondo del encuadre, una mera sombra encapuchada en el jardín que se va acercando al salón donde descansa el dueño de la mansión. O cuando hace ver su real condición, a través de un primer plano de su rostro en el que se superpone una calavera ( tan sobrecogedor y perturbador como el plano final de 'Piscosis'). Además, Leisen logra crear un singular tono, que acrecienta el extrañamiento (y su condición vivazmente revulsiva), en el que no está exento el humor, a través de la extrañeza de la muerte, ya bajo los rasgos del extraordinario Frederic March, cual niño que se interroga ante lo insólito que le va pareciendo el género humano. Y con sus incisivos comentarios, como cuando con ácida ironía apunta que el ser humano no dejará de disfrutar de los 'sagrados privilegios' de la guerra ( o sea que el ser humano parece apreciar más la muerte que la vida). Aparte, los insólitos acontecimientos que les llegan a través de la prensa, de gente que no muere aunque caiga de lo alto de la Torre eiffel. 'La muerte de vacaciones' se convierte en una pura experiencia fantastica, donde se requiebran los límites de la realidad y, como en otra hermosa obra de aquellos años, 'Peter Ibbetson' (1935), de Henry Hathaway,en una honda fábula romántica donde amor y muerte se entrelazan, rasgando los límites. Sólo el amor entregado supera cualquier límite. Y es lo único comparable en experiencia radical a la de la muerte.

'La muerte de vacaciones (Death take a holiday, 1934), de Mitchel Leisen, con Frederic March, es una de las obras más peculiares que ha dado el cine fantástico, y una muestra del talento de Leisen que tanto transitaba con ingenio la comedia como el melodrama. Esta obra es una rara alquimia de ambas, una obra fuera de toda corriente.

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