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martes, 12 de enero de 2010

El increible hombre menguante

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Ese singular fenómeno que llamamos vida está definido por cómo nos relacionamos con ella. Sobre unas medidas y proporciones que adquieren los rasgos del hábito y la adaptación (después viene la mecánica inercia). Quien se interroga quiebra los engranajes, pierde el paso o impulsa otro tipo de paso. Pero ¿y si un fenómeno fuera de lo corriente te precipita en una situación fuera de toda medida o proporción de relación con la realidad? Es lo que le pasa a Scott, que descubre que está menguando. La ropa le viene grande, se le cae el anillo de casados . Se ve como un adulto con estatura de niño, o desde otra perspectiva, como un enano en un mundo de gigantes (o como una atracción de barraca de feria, un monstruo anómalo). La normalidad se ve transgredida. Ya no se habita el mundo como la realidad consensuada por aquellos que se sienten integrados, normales, sino que es un Otro. Y decrece, y decrece, hacia el infinito,sin límites. Es nada y es otra cosa, y tiene que buscar el sentirse algo. Y eso conlleva una relación con la realidad, con la vida, supervivencia. Porque la realidad ya es un espacio hostil de modo extremo. Ahora su gato no es alguien a quien arrulla antes de dormir sino un amenaza que quiere devorarle, o jugar con él, como una aleatoria encarnación del destino que se descubre ahora caprichoso. O enfrentarse a una araña por el dominio de su propia realidad. El sotano de la casa se convierte en escenario transfigurado, inhóspito en el que debe extremar sus reflejos de supervivencia para no desaparecer de una existencia en la que ha empezado a ser invisible.Y así será hasta el infinito, hasta que un día desaparezca cuando quizá se enfrente a una bacteria, pero mientras ha encontrado el sentirse algo en el hecho de luchar por su propia vida, por su propia existencia, da igual la medida o proporción en la que se relacione con la realidad.

El increible hombre menguante' (1957), de Jack Arnold ( autor de la también excelente 'La mujer y el monstruo') está guionizado por el autor de la novela en la que está basada, Richard Matheson, un referente en el género,al que se debe la base de las distintas versiones de 'Soy leyenda' o de 'La leyenda de la mansión del infierno', 'El diablo sobre ruedas' y 'El último escalón' , o guionista de la excelente 'La comedia de los terrores' de Jacques Tourneur. Es admirable como en eta obra de Arnold se conjuga el corrosivo extrañamiento de su alegoría con el portentos dinamismo narrativo de secuencias modélicas como el acoso del gato a Scott, o todo el tramo que transcurre en el sotano: el intento de conseguir el trozo de queso en la trampa para ratones; la inundación o la lucha con la araña.

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